domingo, 17 de noviembre de 2013

Perdidas emociones






No sabe qué hacer. Está demasiado cerca, y se va acercando más y más. En unos segundos su nariz toca la suya. Él sonríe.
Se acerca unos milímetros más y sus labios se rozan. Nota su respiración acelerada, casi escucha su corazón desbocarse, pero no continua más. La hace esperar.
Después de unos segundos más mirándose fijamente, él cierra los ojos, sus labios tocan los de ella durante un instante.
Adrián sonríe, África lo nota y sonríe también. Boca contra boca.
Finalmente, se aparta un paso de él, sonriendo, pero Adrián la empuja para sí, pasándole una mano por el pelo liso perfecto.


-Me encantas – le susurra.


Ella le sonríe.


-Tú también a mí.


***
-¿Qué piensas hacer?


Maite se tumba en el sofá con un termómetro bajo el brazo. Hugo se sienta en la mesita de cristal y la mira preocupado y con compasión.


-Esperar a que el niño nazca y hacerle unas pruebas de paternidad.


-¿Para qué? Serás una madre soltera igualmente.


-¿Piensas dejarme sola si el niño el tuyo?


-Yo me puse protección, mi culpa no es – dice el joven encogiéndose de hombros.


-Eres un capullo – murmura ella, cerrando los ojos. Tiene las mejillas rojas por la fiebre.


Hugo carraspea. Maite le dedica una sonrisa irónica.


-¿Crees que Esteban se hará cargo del niño?


-A no ser que lo denuncies, no.


-No tiene dinero para pagarme nada, dudo que tenga siquiera para comprarse una camiseta nueva – Maite suspira - Los padres de Elisa lo mantenían.


-Pero puede ayudarte.


-No quiere acercarse a mí...


El termómetro pita, Maite se lleva una mano a la cabeza, cansada y dolorida. Tiene suerte de tener a Hugo a su lado.
El joven le quita el termómetro y mira su temperatura.


-No mejoras, ¿eh? - dice él algo molesto -Has pillado un buen virus.


Maite asiente, cansada. Aunque se levanta de golpe y se palpa la barriga.


-¿Crees que afectará al bebé? - le pregunta desesperada.


-Es solo una gripe... - quiere consolarla Hugo – Pero no soy médico, y tampoco sé nada sobre bebés.


***


-¿Elisa?


Esteban entra en la casa, sus padres no están, ya lo sabe, pero ella tiene que estar. Sino, ¿adónde iba a ir?


Entra en el salón, pero está vacío, así que sube a su habitación.


-¿Elisa? - repite un poco más bajo.


-No quiero volver a verte nunca más – le dice ella con una voz lúgubre.


-Déjame explicarte por favor... ¿puedo pasar?


-No puedes poner un solo pie más en esta casa, ¿me oyes? - le dice ella levantándose de la cama y yendo hacia él.
Lo tiene a unos centímetros de su cara, levanta el brazo y él aprieta la mandíbula, preparado para una bofetada, pero en cambio ella le señala el pasillo.
Eso le duele mucho más.


-Elisa... por favor... - le suplica él, con voz lastímera.


-Ya no te quiero conmigo.


Las primeras cuatro palabras le resuenan en la cabeza unos segundos. Confundido, da un paso hacia atrás.


-Pero... Elisa... no lo hice adrede... estaba bebido...


-¿Y por qué estabas bebido?


El chico menea la cabeza. Sabe que Maite le dijo lo que le pasaba, y lo que él hacía, pero recordarlo le hace sentir como un idiota.


-Ya me lo parecía a mí – dice ella, molesta. Le da la espalda – recoge tus cosas, esta noche no dormirás aquí.


-Elisa... por favor - el chico da unos pasos hacia ella, intenta por todos los medios sonar más herido de lo que está – Yo solo quería olvidarme de todo, por eso había bebido. Fui al piso de Maite porque estaba más cerca que la casa de tus padres, nunca pensé que pasaría aquello.


-Nunca pensé que me traicionarías tampoco – dice ella llorando – Ahora sé que no me quieres, no te importo, y no me valoras.


-Claro que te valoro – dice acercándose más, se encuentran sus miradas.


-No, no lo haces. Si lo hubieras hecho no habrías dudado en contarme lo que te pasaba. No confías en mí lo suficiente.


-Elisa... yo te quiero, eres el amor de mi vida, por favor, no me dejes.


-No te dejo, te vas – la joven traga saliva – Recoge tus cosas.


***

Adrián la acompaña hasta casa, ninguno de los dos ha acabado mojado. Se detienen en la puerta.

-No hacía falta que me acompañases, Adrián. ¿Cómo vas a volver a casa?

-Llamaré a Joaquín. 

-¡¿Va a venir a buscarte a un pueblo,  a las siete y media de la tarde?!

-No va a dejarme aquí tirado. 

-Pobre hombre. 

África sonríe levemente. Adrián sonríe ampliamente. 

-Me alegro mucho de que hayamos hecho esto - le dice mirándola a los ojos. 

Ella se sonroja al notar su mirada tan fija, tan penetrante. 

-Yo también. Y de nuevo gracias por darme un tiempo para pensarlo. Es solo... que tengo algunos asuntos que arreglar antes de meterme en una relación.

-Quiero que sepas que voy totalmente en serio - dice Adrián mirándola de una manera distinta, sin la misma dulzura, aunque aún puede notar el aprecio y el cariño - No pienso hacerte daño.

África lo mira a los ojos. Sonríe y lo abraza. 

-No tengo más que pensar - le dice antes de besarlo. 

Su primer beso de verdad como pareja es ese. En ese beso, están las horas de desesperación que ha pasado Adrián pensando en qué hacer, los momentos estresantes de ella al pensar en él. Por fin se han disipado.